Los riñones
producen orina, filtran sustancias del torrente sanguíneo y son de suma
importancia para mantener la química sanguínea. El daño permanente de los riñones se denomina enfermedad renal
crónica (ERC). Entre las condiciones más comunes que pueden desencadenar la ERC , se encuentran la
diabetes, la hipertensión (presión arterial alta), las enfermedades renales
hereditarias, las enfermedades del tejido renal en sí mismo y la obstrucción
crónica de la vejiga. Algunos medicamentos pueden provocar efectos adversos que
dañan los riñones. Los riñones también pueden presentar daños permanentes a
causa de una enfermedad severa, como insuficiencia cardíaca o la septicemia. La
enfermedad renal crónica puede avanzar hasta causar la pérdida completa de la
función renal, lo que se conoce como enfermedad renal terminal (ERT).
Los pacientes en
diálisis tienen una tasa de mortalidad ajustada para la edad 3,5-4 veces
superior a la de la población general. La patología cardiovascular es la
principal causa de muerte en estos pacientes.
La insuficiencia
renal crónica se asocia con una mayor prevalencia de factores de riesgo
cardiovascular: edad, historia familiar de enfermedad cardiovascular, HTA,
diabetes, tabaquismo, hiperlipemia, hipertrofia ventricular izquierda o
sedentarismo. Sin embargo, basado en el análisis convencional de factores de
riesgo cardiovascular para la población general, estos factores no explican
totalmente el extraordinario aumento demorbi-mortalidad cardiovascular en los
pacientes urémicos. Por ello, se ha postulado que factores de riesgo
cardiovascular alternativos estarían implicados en este elevado riesgo
cardiovascular. Estos pacientes presentan una elevada prevalencia de «nuevos»
factores de riesgo cardiovascular: niveles elevados de lipoproteína (a), o de
homocisteína; un aumento de factores trombogénicos, como el fibrinógeno; un
estrés oxidativo aumentado, un estado inflamatorio crónico, etc. Asimismo,
estos pacientes presentan situaciones propias de la insuficiencia renal crónica
terminal: la hipervolemia y la consiguiente hipertensión; la anemia, o el
estado hiperdinámico inducido por el acceso vascular que aumentan el gasto
cardíaco y favorecen el desarrollo de hipertrofia ventricular izquierda.
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